Dislexia
- Patricia Nafría
- 26 ene 2018
- 2 Min. de lectura

La dislexia es una dificultad de aprendizaje basada en el lenguaje que afecta a la precisión y fluidez al leer y deletrear, pero puede afectar también a la ortografía, la escritura y, algunas veces, el habla. Al igual que otros tipos de dificultades de aprendizaje y de atención, la dislexia es una condición de por vida, no se cura, pero si se puede trabajar para mejorar y poder alcanzar niveles normales de aprendizaje.
Se trata del problema de aprendizaje más común y es importante señalar que no tiene que ver con la inteligencia. Las características incluyen: dificultad para asociar los sonidos con las letras y las letras con los sonidos; confusión cuando se pronuncian palabras y frases nuevas; dificultad para leer en voz alta, con el tono apropiado y agrupando las palabras y las frases correctamente; dificultad para "pronunciar" palabras no familiares; dificultad para escribir o copiar letras, números y símbolos en el orden correcto; dificultad para rimar, etc.
Aunque la dislexia es común, con frecuencia es confundida con otras dificultades de aprendizaje y de atención. Por ejemplo, un niño con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) tiene dificultades de aprendizaje, pero debido a los problemas para mantener y fijar la atención.
El niño disléxico debe poner tanto esfuerzo en las tareas de lectoescritura que tiende a fatigarse, a perder la concentración, a distraerse y a rechazar este tipo de tareas. Los padres y profesores interpretan esta conducta como desinterés y presionan para conseguir mayor esfuerzo, sin comprender que estos niños, realizando estas tareas, se sienten como si de repente, cualquiera de nosotros, nos viéramos inmersos en una clase de escritura china.
La detección temprana puede ser la diferencia entre el fracaso o el éxito escolar de un niño. Normalmente las señales aparecen cuando el niño comienza a ir al colegio y empieza a trabajar con la lectura y la escritura. Entre las señales podemos encontrar: leer y escribir muy despacio sin ir cogiendo soltura poco a poco; confundir el orden de las letras dentro de una palabra; cambiar las letras por otras parecidas (la b y la d, por ejemplo); entender las instrucciones que se le dan de palabra pero no hacerlo igual si está escrito; no ser capaz de recordar correctamente la letra de poesías o canciones infantiles sencillas...
Es importante que si se confirma que el niño o niña tiene dislexia, tanto padres como centros educativos trabajen coordinadamente para ayudar al niño a seguir el ritmo de las clases. Cada caso, como cada niño, será diferente, pero entre las soluciones más habituales se encuentran el uso de materiales que estén menos basados en la escritura y más en aspectos visuales y audiovisuales.
Comments